ADQUIERE "EL MITO DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA"

viernes, 7 de marzo de 2014

John Ackerman: “México tiene una sofisticada cultura política” (Entrevista in extenso con Cuaderno de Lluvia, Madrid, España, 5 marzo, 2014)


¿Existe en México una democracia real?

No. Y no es una cuestión sólo de México, sino global. Así como se generó un descontento social ciudadano en el comunismo real, hoy tenemos un descontento equivalente en las democracias liberales. Ya no satisfacen a la gente. México es un escenario muy especial para vislumbrar este malestar. Tiene una amplia experiencia con lo que podemos llamar “elecciones inútiles”. Porfirio Díaz, el dictador del siglo XIX, ganó ocho elecciones. Sabemos por experiencia que las elecciones en sí no implican democracia. Y no me refiero a cuestiones sustantivas como democracia directa o justicia social, sino a una democracia representativa formal. La celebración de comicios no representa la voluntad de la gente. Para tener una verdadera democracia se necesitan unas elecciones auténticas. La pregunta es: ¿tenemos unas elecciones auténticas? Estamos viendo una continuidad histórica con las elecciones que siempre hemos tenido en México. En 2000 se cambió de un partido a otro. “La oposición ganó”. Pero el criterio fundamental no debe ser si gana la oposición, sino si la sociedad es tomada en cuenta y participa en las elecciones. ¿Las elecciones son un reflejo de soberanía popular o una vía para legitimar los arreglos populares? En España, Estados Unidos apenas empiezan a darse cuenta de la falta de democracia real, pero nosotros lo hemos sabido siempre, tenemos una madurez ciudadana más desarrollada, lo cual va en contracorriente de las creencias generalizadas sobre una pobre cultura política de México. Pero no es así. Tenemos una sofisticada cultura política con altas exigencias respecto a las elecciones y por eso México se convierte en un ejemplo de fraude de democracia electoral pero también ejemplo de un espacio donde se generan nuevas iniciativas

¿Cómo valora los 12 años de gobierno del Partido Acción Nacional (PAN, de derecha, entre 200 y 2012), después de 70 años de gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), hoy de nuevo en el poder?

Han sido años de continuidad en lo político ni en lo social. Lo que siempre hemos tenido es una ley del péndulo, fruto del autoritarismo para dar “alternancia” desde el partido único. Esa fue la “magia” del PRI. La llegada de un nuevo partido fue otro giro del péndulo. Supone un cambio pero no rompe con la estructura de poder. Lo que vemos con el Pacto por México sigue la misma lógica y es muy grave: la extracción de los debates parlamentarios para trasladarlos a puertas cerradas. La efervescencia democrática sí existió entre 1997 y 2012 en el seno del Congreso (poder legislativo) y no en el ejecutivo. Se tuvieron que negociar presupuestos, armarse coaliciones legislativas, aprobarse leyes y reformas constitucionales importantes en estos 15 años, reformas importantes de transparencia y de derechos humanos. Pero estos debates se han cancelado, como hemos visto con la reforma energética: diez días sin debate real. El Washington Post celebra esto como ejemplo de “efectividad democrática”. “Por fin funcionan las instituciones democráticas”, decían. Algunos intelectuales habían hablado de la generación del “no”, y vieron aquí un avance en que el congreso se puso de acuerdo para poner en marcha las reformas. Pero yo lo veo como un retroceso...

ENTREVISTA COMPLETA DISPONIBLE EN CUADERNO DE LLUVIA